miércoles, 14 de marzo de 2012

Picadientes

EL CUENTO DE PICADIENTES


Narrador:
Pablo era un niño pequeño que no sabía que muy cerca de él había unos pequeños monstruitos. Su amiga María intentó explicárselo un día.

María:
Pero si están tan cerca, que están dentro de ti. Abre la boca y mira en el espejo.

Pablo:
Pues sigo sin ver nada.

María:
¿Ves esa manchita negra que tienes en la muela? Es la cueva que se está haciendo Picadientes.
Pablo:
Picadientes, menudo nombre. ¿Qué hace en mi boca? ¿Qué busca?

María:
Vamos a llamarlo y que él mismo te lo explique. ¡Picadientes, Picadientes! ¡Sal de ahí!

Picadientes:
¿Quién me llama? ¡Ah, hola María! ¿Qué te trae por aquí?

María:
Pues mira, Pablo quiere saber lo que haces dentro de su boca.

Picadientes:
Pues comer, comer, comer…

Pablo:
¿Qué comes si mi boca está vacía?

Picadientes:
Eso es lo que tú te crees. He encontrado tres granitos de delicioso azúcar, un pedacito de chocolate, una miguita de pan… ¡Qué atracón me estoy dando! Pero no
creas que es fácil. La comida está escondida entre los dientes y tengo que ir rompiéndolos y haciendo túneles para alcanzarlos, pero aunque es pesado merece la
pena. Además me encanta dejar los dientes sucios y rotos porque luego duelen. ¡Ja, ja, ja!

Narrador:
Pablo empezó a asustarse pensando en el daño que Picadientes podía hacerle. Pero alguien le llamaba desde la repisa del cuarto de baño.

Cepillo:

¿Has visto cómo se asusta de mí? Es porque sabe que conmigo no puede pelear. Yo soy más fuerte que él. Si me frotas en tus dientes prometo sacar todos los trocitos de comida de tu boca y así Picadientes tendrá que buscarse otra boca de niño o niña que no se cepille los dientes para comer.

Pablo:
¡Oh, gracias! Dime qué tengo que hacer para que se vaya ahora mismo.

Cepillo:
Tenemos trabajo, prepárate.

Doña Pasta:
Preparada. Pablo, extiéndeme encima del cepillo.

Narrador:
Pablo así lo hizo.

Pablo:
¡Bien, ahora frotaré una y otra vez, para que se vaya de mi boca para siempre!

Narrador:
Pablo frotó tantas veces que Picadientes salió rápidamente y se fue a colar por el agujero del lavabo.

Pablo:
Esto es maravilloso.

Cepillo:
Sí, pero recuerda que nunca debe haber comida en tu boca porque Picadientes puede volver. Ya sabes que siempre estamos para ayudarte y no te olvides de hacernos una visita después de comer.

Pablo:
No te preocupes. Después del susto que he pasado creo que no se me olvidará nunca.

Narrador:
Como os podéis imaginar, desde aquel día Pablo tuvo mucho cuidado de tener siempre los dientes bien limpios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario